El vendedor de perfumes
Ayer, feriado nacional , mi señora esposa marchó a un curso de telar egipcio.
"Mientras no vuelva convertida en arquitecta , está todo bien" , pensé mientras me debatía entre dejar el mate e ir al taller a cumplir con el pedido de unas seis bombillas que turistas piadosos me habían encargado .
"De cualquier manera aun es temprano" , me dije mientras mi calderita matera cantaba sobre la hornalla .
Antes de marcharse hacia la Escuela Técnica a participar de su nonagésimo noveno curso, mi bienamada esposa me recomendó con énfasis:
- Raúl, acordate de la comida, porque yo salgo a la una.
Como todo hombre preparado para cualquier adversidad , no me preocupé en lo más mínimo por la recomendación y marché hacia el taller.
Allí comencé con mi ardua tarea, no sin antes buscar infructuosamente algo potable para escuchar en la radio.
Tarea ímproba a esa hora de la mañana ( como a cualquier otra hora del día , claro).
Las radios, olvidadas de las buenas voces, buen léxico, buenos programas y buena música , castigan con el perreo, la cumbia villera , impresentables "conductores" hablando sandeces y otras linduras por el estilo.
Opté entonces por volver hasta mi armario a buscar algún pendrive con algo de música y retorné prestamente a cumplir con mi obligación de trabajador independiente.
Y así, entre soldaduras, calados y pulidos , cuando miro la hora me doy cuenta de que pasaron dos minutos del mediodía.
Abandono la tarea y prestamente me dirijo a la cocina en donde me pregunto: "¿ Y ahora que mierda cocino ? "
Echo mano a algunas cebollas, ajo , condimentos , papas, un trozo de carne del congelador guardado desde que el kilo de pulpa valía 60 pesos y que estaba como una ágata ( dureza 7 en la escala de Mohs ).
Solucioné la situación metiéndola rápidamente en agua caliente al tiempo que comenzaba a picar la cebolla y el ajo en trozos muy pequeños.
La cebolla estaba en su máximo esplendor de manera que lagrimeaba como violinista con paperas y el ajo ayudó a que mis ojos parpadearan ininterrumpidamente mientras por mis fosas nasales trataba de descender algunos humores guardados dentro de mí vaya a saber desde cuando.
El vaho se impregnaba en mis manos y subía hasta la cabeza tratando de someterme
"No vas a poder conmigo, maldita " me dije en tanto colocaba el aceite en la cacerola.
En eso estaba cuando escucho golpear las manos y a los mastines que ladraban desaforadamente.
"¿ Y ahora quien carajo viene a interrumpir mi tarea ? " pensé
( siempre jode alguno cuando estás más ocupado ).
Voy hacia la puerta y veo a un boludo vestido de mormón con zapatos negros , pantalón del mismo color , camisa blanca y corbata y con una bolsa en la mano.
- Hola , genio ...- saluda -¿ cómo andás ?
-Bien , le respondo . -Recién salido de la lámpara.
Me miró con cara de opa y sacando una cajita de la bolsa que traía dice :
- Mirá genio , tengo el perfume ideal para vos,- alcanzándome o intentando hacerlo la cajita pedorra con el perfume berreta.
-No, gracias - respondí al tiempo que le pasaba la mano cerca de la nariz y el vaho a cebolla y ajo lo hizo lagrimear.
- Yo uso de éste,- le dije ... dí media vuelta y volví haciami tarea de máster chef.
Creo que llegó estornudando hasta la esquina...
Soy jubilado, pero no boludo.
"Mientras no vuelva convertida en arquitecta , está todo bien" , pensé mientras me debatía entre dejar el mate e ir al taller a cumplir con el pedido de unas seis bombillas que turistas piadosos me habían encargado .
"De cualquier manera aun es temprano" , me dije mientras mi calderita matera cantaba sobre la hornalla .
Antes de marcharse hacia la Escuela Técnica a participar de su nonagésimo noveno curso, mi bienamada esposa me recomendó con énfasis:
- Raúl, acordate de la comida, porque yo salgo a la una.
Como todo hombre preparado para cualquier adversidad , no me preocupé en lo más mínimo por la recomendación y marché hacia el taller.
Allí comencé con mi ardua tarea, no sin antes buscar infructuosamente algo potable para escuchar en la radio.
Tarea ímproba a esa hora de la mañana ( como a cualquier otra hora del día , claro).
Las radios, olvidadas de las buenas voces, buen léxico, buenos programas y buena música , castigan con el perreo, la cumbia villera , impresentables "conductores" hablando sandeces y otras linduras por el estilo.
Opté entonces por volver hasta mi armario a buscar algún pendrive con algo de música y retorné prestamente a cumplir con mi obligación de trabajador independiente.
Y así, entre soldaduras, calados y pulidos , cuando miro la hora me doy cuenta de que pasaron dos minutos del mediodía.
Abandono la tarea y prestamente me dirijo a la cocina en donde me pregunto: "¿ Y ahora que mierda cocino ? "
Echo mano a algunas cebollas, ajo , condimentos , papas, un trozo de carne del congelador guardado desde que el kilo de pulpa valía 60 pesos y que estaba como una ágata ( dureza 7 en la escala de Mohs ).
Solucioné la situación metiéndola rápidamente en agua caliente al tiempo que comenzaba a picar la cebolla y el ajo en trozos muy pequeños.
La cebolla estaba en su máximo esplendor de manera que lagrimeaba como violinista con paperas y el ajo ayudó a que mis ojos parpadearan ininterrumpidamente mientras por mis fosas nasales trataba de descender algunos humores guardados dentro de mí vaya a saber desde cuando.
El vaho se impregnaba en mis manos y subía hasta la cabeza tratando de someterme
"No vas a poder conmigo, maldita " me dije en tanto colocaba el aceite en la cacerola.
En eso estaba cuando escucho golpear las manos y a los mastines que ladraban desaforadamente.
"¿ Y ahora quien carajo viene a interrumpir mi tarea ? " pensé
( siempre jode alguno cuando estás más ocupado ).
Voy hacia la puerta y veo a un boludo vestido de mormón con zapatos negros , pantalón del mismo color , camisa blanca y corbata y con una bolsa en la mano.
- Hola , genio ...- saluda -¿ cómo andás ?
-Bien , le respondo . -Recién salido de la lámpara.
Me miró con cara de opa y sacando una cajita de la bolsa que traía dice :
- Mirá genio , tengo el perfume ideal para vos,- alcanzándome o intentando hacerlo la cajita pedorra con el perfume berreta.
-No, gracias - respondí al tiempo que le pasaba la mano cerca de la nariz y el vaho a cebolla y ajo lo hizo lagrimear.
- Yo uso de éste,- le dije ... dí media vuelta y volví haciami tarea de máster chef.
Creo que llegó estornudando hasta la esquina...
Soy jubilado, pero no boludo.
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