Centro de jubilados

Llega uno a la edad jubilatoria y de inmediato intenta confraternizar con otros viejos/as , suponiendo que han entrado todos en un estado de beatificación ambulatoria , diseminando sonrisas y organizando reuniones  con baile, campeonatos de bochas, certámenes de truco, yoga , gimnasia rítmica, pedicuría, peluquería , enfermería , y otros tantos etcéteras.
Pero el desencanto llega ni bien uno arriba al lugar del acontecimiento.
Y entonces te das cuenta de que aquel que fue agradable, respetuoso , amable y solidario, sigue siéndolo.
Y el que toda su vida fue hijo de puta y cagador, ha aumentado sus cualidades y está hecho un viejo hijo de puta y cagador en estado superlativo.
Fuera de estas consideraciones , digamos ...primarias, se distribuyen una cantidad de subdivisiones entre los vejestorios nuevos y antiguos.
Están los trepadores que sueñan con arribar a la conducción del Centro , los que quieren llegar a ella para mejorar las cosas del Centro, o los que van a pasar el rato para no estar vegetando en su casa y entonces juegan a las bochas, al truco, al tejo , a la taba ,al chinchón o cualquier otro entretenimiento . No les importan los trepadores, los que tienen buenas intenciones, los cagadores...nada.Su tarea diaria es hacerse presente  en el centro y tratar de pasarla bien.
La cuestión es cuando hay reparto de bolsones con alimentos , cosa que ocurre todos los meses y que transcurre como un elemento más de socialización y entretenimiento, pero con discusiones, peleas, llamados, gritos y descompensaciones.
Allí pasan a tallar quienes tienen absolutos poderes sobre tu vida : las empleadas del PAMI.
Estas señoras  vienen a ser como el FBI, que  investiga si tenés casa, si tenés auto, si ganás la mínima, si sos dueño de un crucero , si tenés tu sueldo y una pensión , si tu cónyuge  ya no tiene el bolsón, si hace mucho que te jubilaste, si sos de Boca o de River, etc.etc.
Y entonces se transforman en el escuadrón que determina si vas a recibir o no tu bolsón.
Si sos rubio, ojos celestes, alto y bien plantado tenés grandes posibilidades de acceder al premio.
Si sos flaco, pelado , de ojos pardos , tez aceitunada tenés escasas posibilidades de lograrlo.
Igualmente le sucede al gordo de buzarda prominente y calva  incipiente.
Todos al retrete.
Siempre hay una excusa: 
-Te anotamos recién este mes, tenés que esperar.
-! Pero hace tres meses que estoy esperando ¡- contestás vos mientras ves a una gorda de unos 35 años que pasa por tercera vez portando su premio que entrega en la puerta a una pendeja infartante observada por una docena de viejos que quedaron absortos y olvidaron para que carajo habían venido hasta el Centro de Jubilados.
Vos seguís discutiendo con una de las diosas del Olimpo tratando de conseguir tu mísero bolsón, pero ...nada. No hay caso . Será - con suerte  -para el mes que viene.
Los viejos , en un número superlativo ,esperan sentados a ser convocados por quien detenta el poder . Las escribas que la acompañan llenan planillas , consultan documentos , intercambian breves palabras , casi al oído, con alguno de los dirigentes de los vejestorios.
Ella se mantiene erguida detrás de los improvisados escritorios , escrutando los rostros ansiosos de los jubilados y - de cuando en cuando- una mueca que simula ser sonrisa, se dibuja por algunos segundos . Le faltan las botas negras y altas y la fusta golpeando como al descuido sobre el cuero brilloso y el cuadro estaría completo.
Nada nuevo bajo el sol de la  nueva situación social.
De laburante de toda la vida, de pagador serial de impuestos , de  inmaculado trabajador a lo largo de cuarenta años , de nabo consuetudinario que cumplió su horario a rajatabla , pasaste a ser de la noche a la mañana a la categoría de viejo choto, dominado por algunas viejas como vos que determinan que será de tu vida en el resto de tu existencia .
Y si te querés rebelar te hacen sentir el rigor del látigo de las siete colas, que cae implacable sobre tu espalda cansada.
Estás en el tramo final de tu existencia .
Pensaste que vivirías tu jubileo con alegría y despreocupación.
Te equivocaste de nuevo.



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