El lobizòn

Tuve que ir hasta el PAMI para ver que pasaba con el tema del médico de cabecera. Ya había una larga fila de vejestorios como yo, de diversa índole y tenor, aguardando la atención correspondiente . Me acomodé en la fila , detrás del último. Un tipo desharrapado , pelos largos, barba tupida, ropas rahídas, mal entrazado y con los dedos fuera de las alpargatas. -¿Vino por el médico de cabecera ?- pregunté como para romper el gélido aire de esa mañana invernal. El tipo se dio vuelta y con una sonrisa de grandes dientes de blanco inmaculado y llena de saliva. Me miró fijamente , con ojos de fuego y señaló con voz profunda: -Es la primera vez que vengo - De su boca había surgido un aliento fétido, más feo que enema de ripio, pero no hice el menor comentario al respecto. -¿Cual es tu médico de cabecera ? - lo interrogué tuteándolo ya que era del gremio de los jubilados. -No tengo todavía. - me dijo . Vivo en medio del campo, solo y me dieron la jubilación y un plan, hace como un año. Pero es la primera vez que vengo. Mi mujer murió hace como nueve meses y estoy solo. Soy el último de siete hermanos , todos varones.. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal y me temblaron las carretillas, como violinista con paperas. ! El último de siete hermanos varones ¡ -! Vizón ¡ - llamó una voz desde uno de los escritorios en donde siempre atienden a los viejos con ! un amor, unas ganas, una simpatía ¡ que dan ganas de echarlas a la mierda. El tipo que estaba delante mío marchó presuroso hacia la silla vacía mientras una gorda aguardaba con cara de asco y frunciendo la nariz ante la baranda desbordante de Vizón. - ¿Cual es su nombre ?- espetó la gorda , mas desabrida que sopa de sanatorio- . - Luis Orlando Vizón - manifestó el citado. -L.O.Vizón - dijo la gorda con voz queda, mientras tecleaba en el ordenador. -¿ Es la primera vez que viene ? - preguntó la servicial y atenta empleada. -Sí ,- dijo Vizón , el de la voz profunda. -¿Domicilio ? ... - Villaguay -  -¿ Villaguay ? - casi gritó la gorda con voz aguda . ! Pero usted no puede atenderse aquí ¡ , tiene que volver a su pueblo y atenderse allá. Acá estamos en Colón, a ciento diez kilómetros de distancia y no corresponde que le prestemos atención. -! Cómo que no me van a atender, carajo ¡ - tronó Vizón y -apoyando las dos manos en el escritorio comenzó a levantarse mientras en la espalda se le iban parando unos pelos negros y un hilo de baba comenzaba a deslizarse por la comisura de sus labios. -! A mí me van a atender, mierda ¡ - y dio un golpe sobre el escritorio que hizo volar los papeles , cayó el teclado y desaparecieron de inmediato como veinte viejos que aguardaban cabizbajos y los que quedaban en la cola. Yo quedé petrificado , sentado sin siquiera mover un dedo ., aguardando el desenlace de la escena. -Anoche tomé unas copas en un bolicho de El Empalme en Villaguay ,y como a las 12 me desperté en Paraná , al lado de las vias que llevan hacia Oro Verde , cuando pasa el tren, vale decir cada dos o tres meses porque se descarrila cada vez que amaga a pasar los quince kilómetros . - Pero ¿cómo va a estar en un bar de Villaguay y al rato en Paraná ? - le preguntó la gorda , toda julepiada ante la figura jadeante de bronca . -No sé , pero de ahí me fui en una carrera hasta Crespo , me tome otras copas en lo del gringo Kape , me dormí y a la mañana amanecí acá , haciendo la cola. -No...no....no pu...pu...puede ser - dijo la gorda cada vez más asustada , mientras miraba de reojo la portada del diario local con la foto del lobizón. -¿Ti...ti...tienne el do..do..documento a ma...a ma...amano? Vizón, escarbó en un bolsillo , sacó una bolsa de tabaco, un librillo de papel de armar, un encendedor Carucita y un billete de diez pesos. Metió ahora la otra mano en el bolsillo interior del saco lleno de agujeros y manchas de vieja data, hasta que sacó una libreta de enrolamiento y se la extendió a la gorda, que, tembolorosa como flan de leche , la tomó temerosa y le dijo: -Este documento , ya no tiene mas valor don Vizón. Se escuchó una suerte de gruñido, un rechinar de dientes y unas largas uñas aparecieron lentamente como por encanto en los dedos mugrosos de Vizón y se fueron clavando profundamente en la madera del escritorio mientras profirió un largo aullido, se levantó cuan grande era y arremetió casi en cuatro patas y al galope, hacia la puerta que voló hecha añicos ante el embate furibundo . Todo quedó en silencio, las empleadas- incluída la gorda-temblaban en un grado 12 de la escala de Richter. Un aroma espeso , fétido, pesado , quedó flotando en el ambiente. No sé si fue la gorda , que se había desgraciado, o el olor del lobizón jubilado que quiso atenderse en el PAMI de Colón.


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